Nunca puedo quedarme en el lugar de residencia durante las primeras horas de llegada a cualquier ciudad, aunque haya estado cientos de veces en ella; primero tengo que rozarla, tocarla, saborearla.
Llegir això em dóna confort: quan arribo a una ciutat experimento aquest mateix desig irreprimible i exacerbat de sortir al carrer de seguida.
O el que escriu just sobre la seva estada a Nova York, just quan deixa la ciutat:
Si bien no lo he aprovechado en lo comercial o en lo propagandístico, este viaje a Nueva york me ha confortado íntimamente, aunque no haya podido resolver la profunda crisis que padezco, tanto en lo artístico como en lo personal. Sobre todo, he comprendido que jamás superaré mi miedo creciente ante cualquier forma de acto público (...) No quiero volver a tener relación con el mundo del cine -en particular con su faceta comercial- ni con la prensa; ambas cosas deben haberse terminado para siempre. El programa a seguir durante los próximos meses parece claro: terminar M. Est. (María Estuardo) y, después, volcarme a diario en lo épico; depurar el estilo, volver a aprender lo que quizás haya olvidado; deshabituarme del dictado y, finalmente, evitar estar con muchas personas.
En definitiva, el que ha de fer un escriptor és escriure.
I, finalment, el fragment que més m'ha cridat l'atenció és el que ve a continuació. Escriu Zweig, després d'un passeig pel barri dels teatres de Londres on s'anuncien amb grans lletres els noms dels actors del moment:
Advierto, con alegría, tener olvidados los nombres que se anunciaban el año pasado, ardiendo durante meses en letras gigantescas. Por mero instinto, evitamos que nos confundan con publicidad y propaganda. La memoria solo pervive en función del sentimiento. ¡Seguid ardiendo, nombres: por mucho que luzcáis o por muy intensamente que lo hagáis, os extinguiréis sin alcanzar la inmortalidad! Cinco humildes líneas de un poema creado por un autor anónimo pueden sobreviviros y os sobrevivirán. Las epicúreas masas, auténticos jirones humanos, no pretenden quedarse con nada: solo les importa beber, tomar, saborear, sentir un cosquilleo en el paladar y, después, digerir y olvidar para mañana volver a engullir. De entregados a groseros placeres; desconocen los deleites refinados. Es conmovedor y alarmante ver cómo se agolpan frente a rutilantes luminosos que anuncian historias de crímenes y romances con encendidas palabras: "excitación segura", "emoción garantizada". Un aparente alivio para satisfacer a la masa -al alcance de cualquiera de sus integrantes- que carece de buen gusto. Y lo que es peor, me pregunto si no contribuirá al entontecimiento de nuestro mundo europeo -que hoy no está imbuido por ninguna gran idea- y se incapacitará, aún más, a estas desamparadas personas a la hora de que puedan comprender, mejorar y transformar nuestro tiempo. Considero que esta constante pero pobre alimentación, a base de distracciones groseras y vacuas, les impide interpretar el presente y planificar con sentido el futuro.
Despietat? Sí. Elitista? També. Exagerat? Potser. Però, sens dubte, útil per reflexionar aquesta descripció de Zweig del que ara són els nostres Netflix.
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