Llegeixo al Babelia un interessant reportatge-entrevista amb el filòsof alemany d'origen coreà Byung-Chul Han. Es pot trobar aquí sencera, però en reprodueixo el fragment que més m'ha interessat, les reflexions al voltant de la societat de l'espectacle, la transparència, l'aparença, la informació:
En realidad, el conjunto de la vida social se convierte en mercancía, en
espectáculo. La existencia de cualquier cosa depende de que sea previamente
“expuesta”, de “su valor de exposición” en el mercado. Y con ello “la sociedad
expuesta se convierte también en pornográfica. La exposición hasta el exceso lo
convierte todo en mercancía. Lo invisible no existe, de modo que todo es
entregado desnudo, sin secreto, para ser devorado de inmediato, como decía
Baudrillard”. Y lo más grave: “La pornografía aniquila al eros y al propio
sexo”. La transparencia exigida a todo es enemiga directa del placer que exige
un cierto ocultamiento, al menos un tenue velo. La mercantilización es un
proceso inherente al capitalismo que solo conoce un uso de la sexualidad: su
valor de exposición como mercancía.
Lo propio ocurre en la exigencia de transparencia en la política: “La
transparencia que se exige hoy en día de los políticos es cualquier cosa menos
una demanda política. No se pide la transparencia para los procesos de decisión
que no interesan al consumidor. El imperativo de transparencia sirve para
descubrir a los políticos, para desenmascararlos o para escandalizar. La demanda
de transparencia presupone la posición de un espectador escandalizado. No es la
demanda de un ciudadano comprometido, sino de un espectador pasivo. La
participación se realiza en forma de reclamaciones y quejas. La sociedad de la
transparencia, poblada de espectadores y consumidores, es la base de una
democracia del espectador”.
La exigencia de transparencia, acompañada del hecho de que el mundo es un
mercado, hace que los políticos no acaben siendo valorados por lo que hacen,
sino por el lugar que ocupan en la escena. “La pérdida de la esfera pública
genera un vacío que acaba siendo ocupado por la intimidad y los aspectos de la
vida privada”, afirma. “Hoy se oye a menudo que es la transparencia la que pone
las bases de la confianza. En esta afirmación se esconde una contradicción. La
confianza solo es posible en un estado entre conocimiento y no conocimiento.
Confianza significa, aun sin saber, construir una relación positiva con el otro.
La confianza hace que la acción sea posible a pesar de no saber. Si lo sé todo,
sobra la confianza. La transparencia es un estado en el que el no saber ha sido
eliminado. Donde rige la transparencia, no hay lugar para la confianza. En lugar
de decir que la transparencia funda la confianza, habría que decir que la
transparencia suprime la confianza. Solo se pide transparencia insistentemente
en una sociedad en la que la confianza ya no existe como valor”. Un ejemplo de
esta contradicción es el Partido Pirata que se presenta a sí mismo como el de la
transparencia, lo que en realidad equivale a una propuesta de despolitización.
“Se trata, en realidad, de un antipartido”, afirma Han.
Y se ha diluido también la “verdad”, porque en la sociedad de la
transparencia lo que importa es la apariencia. Parte de su discurso recuerda el
de los situacionistas franceses de los sesenta, que sostenía que la historia
podía explicarse por el predominio de los verbos que explican las cosas. En la
antigüedad, lo importante era el ser, pero el capitalismo impuso el tener. En la
actual sociedad del espectáculo, sin embargo, domina la importancia del parecer,
de la apariencia. Así lo resume Han: “Hoy el ser ya no tiene importancia alguna.
Lo único que da valor al ser es el aparecer, el exhibirse. Ser ya no es
importante si no eres capaz de exhibir lo que eres o lo que tienes. Ahí está el
ejemplo de Facebook, para capturar la atención, para que se te reconozca un
valor tienes que exhibirte, colocarte en un escaparate”. Y el mundo de la
apariencia se nutre de las aportaciones de los medios de comunicación. Pero hay
una gran diferencia entre el saber, que exige reflexión y hondura, y el conocer,
que no aporta verdadero saber. “La acumulación de la información no es capaz de
generar la verdad. Cuanta más información nos llega, más intrincado nos parece
el mundo”.
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