19.10.10

Notas de Binissaida (VII)

Emily Dickinson

Imposible que no saliera estos días el nombre de Emily Dickinson. Conozco muy poco su poesía. Una tarde M. trae el pequeño volumen de versiones al castellano que hizo Marià Manent. Lo tomo prestado y aprovecho los ratos libres para leer algunos poemas. Lo hago en el banco de piedra que hay bajo una encina –creo que he hablado ya de él-, donde es posible ver sin ser visto. Algunos poemas me resultan herméticos pero otros explotan con sensibilidad extrema. En una de las páginas hay un post-it amarillo. Marca Morí por la belleza. Seguramente es uno de los más bellos.

Morí por la Belleza

Morí por la Belleza, pero apenas
en la tumba yacía,
a uno que murió por la Verdad dejaron
en la estancia contigua.

Me preguntó en voz baja la causa de mi muerte.
”Por la Belleza -dije-he fallecido.”
”Y yo, por la Verdad: las dos son una;
somos hermanos”, dijo.

Así, a través de la pared hablamos,
como unos allegados que se encuentran de noche,
hasta que el musgo nos llegó a los labios
y cubrió nuestros nombres.


Unas semanas después, en casa, hojeo el volumen sobre Andrés Trapiello de la colección Últimos Contemporáneos editado por Calambur en 1993. Hay un texto precioso de Marià Manent , del año 86, titulado precisamente Andrés Trapiello y Emily Dickinson, que transcribe el poema E.D. de Trapiello descrito así por el poeta catalán: “es una composición donde la voz de ella se escucha de manera tan auténtica, que nos haría dudar de si se trata de una traducción. No lo es, pero podría figurar entre los mejores cincuenta poemas de Emily”. És este:

E.D.

Mírame aún. Creció musgo en mis labios.
y en los inviernos crudos me visita la nieve.
Siéntate, viajero, a mi lado.
Cuando la lluvia arranca plateadas
coronas de la piedra y silenciosa
en el ciprés muere la tarde, sólo
de ti me acuerdo. Pero tú estás lejos.
Pasa tu mano por mi nombre y quita
las hojas amarillas que lo cubren,
y los pétalos secos de esas flores
antiguas. Llámame después y dime
si el viento de esos campos lo ha borrado
o si tiembla en el aire todavía
como el romero verde.

Un poema que tiene como referente indiscutible el anterior y que deja claro que estamos ante –cito de nuevo a Manent- “uno de los poetas más delicados y profundos de los que escriben actualmente en lengua castellana”.